UN CONTEXTO PARA UNA PRODUCCIÓN * GENTE QUE ESTÁ * COSAS QUE TIENEN QUE VER *

UN CONTEXTO PARA UNA PRODUCCIÓN

UN CONTEXTO PARA UNA PRODUCCIÓN

Esto es un portafolio en la nube. Un cuaderno de dirección, un máster con horas de grabación, un muestrario de análisis, un diario de proceso, un vademécum de remedios, una cazuela con provisiones, un saco de huesos, un bruto, un monstruo, un mapa hecho de puntos de trabajo. Si quieres saber más, lee este DIARIO DE AUTOEDICIÓN. El Largo Camino de los Libros Autoeditados. O el Corto Camino de Los Libros Autoeditados. Dibújame un libro. Imagen de cabecera: frame de Tales of Wonder Site (Momu & No Es)


Una cronología de podcast crudos | #15M on the radio

A partir de una idea de Pedro Jiménez, le pedimos a Javier Crudo una cronología de podcast crudos around el #15M para subirla a la parrilla del #bookcamping

Justo el día que Pedro publica su post catálogo-auditivo, Javier Gallego Crudo nos envía el informe de programas carniceros sobre el 15-M, ordenaditos y explicados para su correcta catalogación que listamos a continuación.

Cómo verán, se puede seguir la historia del movimiento, desde su gestación hasta su desarrollo, paso a paso.
Así que este post con podcast complementa y amplía el post de Pedro (o al revés, creo que Pedro ha sacado aún más enlaces crudos).

Si quieres puedes tomar la playa o la montaña y hacer de tu ipod un auténtico transistor de abuelo rebelde, descargáte y copia estos programacos. Como soma para chocolate. Un otoño caliente precisa de acopio de provisiones. Oreja a la plancha, ¡mínimo!, por favor.
Marchando.

1) Precedentes. Cómo se fraguó el 15-M: 


-Manifestación Juventud Sin Futuro


       b) Repor de la manifestación al inicio de este programa: http://www.rtve.es/alacarta/audios/carne-cruda/carne-cruda-programa-cine-08-04-11/1068867/


2) El movimiento 15-M: 


-17M (opciones de voto alternativo, forma de protesta propuesta en el 15M): http://www.rtve.es/alacarta/audios/carne-cruda/carne-cruda-voto-alternativo-17-05-11/1103685/









3) Relacionados con el 15-M

Posteriores al 15M: 



-Paco Ignacio Taibo II, revolucionarios, ejemplos para el 15-M: http://www.rtve.es/alacarta/audios/carne-cruda/carne-cruda-010611/1117505/

Anteriores al 15M: 








Libros livres, 4

Ensaladas felices

Hay días felices. Que vienen sin que nadie los espere. Que después se paladean como una ensalada de zanahoria aliñada con limón. O como el recuerdo de una ensalada de col aliñada con mostaza. Sabores fuertes y picantes. Frescor de final de invierno. Días que empiezan en un coche lleno de botellas de plástico y periódicos. Y que acaban volviendo de noche a casa, pasando a oscuras curvas de carretera, escuchando otra vez el disco que nos trajo hasta aquí.

Botas llenas de barro y llegas a la ciudad. Sobre el empedrado tu ropa parece de montañera. El  pelo  enmarañado. Un restaurante,  una librería, una plaza. Civilización.

Es 16 de Marzo fuimos Anne y yo a Toulouse. Lo sé, el día exacto, porque tengo un ticket de Ombres Blanches, la librería que se merece espacio propio. Y que lo tendrá. Más adelante. También lo sé porque al día siguiente es el cumple de Eliane, la madre de Anne. E hicimos una minifiesta y yo le regalé el libro de Kristoff.
Pero ese miércoles pasamos el día en Toulouse entre chiribitas de felicidad inesperada. Uno de esos días. Sin razón aparente.

Llevas quince días en el campo, sin salir, tratando de escribir. Lográndolo, de hecho. Y todo va bien. Quince días en los que sólo te permitiste descansar uno. A pesar del agotamiento provocado por  la mudanza de ciudad y de país + el lío inesperado que trajo la posible decisión de marcharte a trabajar a Hong Kong.

Una posibilidad que se deshizo en humo un lunes por la mañana entre las brumas del jardín casa de J., a las afueras de Auch. Decisiones con frenazos. Sin respiración. Quinto trampolín. Respiras, te lanzas y en el trayecto eres pequeña, de golpe, te da miedo que al caer el agua sea una plaza de cemento. Te tiras y en el aire te detienes.  Pero sigues cayendo. No hay manera de detenerse. Ni siquiera en el campo. Los días pasando, con el tic-tac de la cabaña. Implacables. Tiempo, concentración, palabras.

Vale, decisión tomada (por  ti). No te vas a otro país (más). Sientes nostalgia de futuro de lo que se presentaba como una auténtica escenografía de huida hacia adelante. El total r-evolution de Oriente cambiado por el plan inicial de detener el tiempo.

Y ya estás en otro país. Entre ciudad y ciudad, el campo. Y escribir. Céntrate. Te centras.

Abres este blog, te dejas la espalda sentándote quince horas por día. Y ahora piensas,  cuatro meses después, que quieres escribir, pero que quizá te quedes (o te consagres) como lectora obsesiva  y nada más. Y nada menos.

La historia de Agota

Anne se ha ido a su consulta médica. Hemos comido en Chez Navarre, un restaurante de los que aquí llaman "mesa de invitados". Una mesa corrida con bancos donde come gente en su hora de pausa  del trabajo. Es mediodía. Comemos las ensaladas míticas mencionadas al inicio de este post y que constituyen el núcleo sinestésisco de los recuerdos felices de este día.

Después de arrasar con la mesa de postres y de vinos (por 14.50€ puedes comer y beber hasta hartarte) quedamos en encontrarnos en un par de horas en la Plaza del Capitole, la plaza mayor de Toulouse.  La comida me ha dado una sed horrible. Esa sed que, aunque quede pedante, diré que sólo puede calmar la lectura. Entro al lugar que mejor conozco de esta ciudad: la susodicha Ombres Blanches. Tiene un fondo inmenso y unos libreros guapos. Zona infantil, zona ados (como llaman aquí a la literatura juvenil), zona polar (como llaman aquí a la  novela negra), zonas escondidas y vedadas para mí, zona de cómic, jardín interior y mesas inmensas de novedades y recomendaciones.

La directora de esta librería fue un tiempo Isabel Desquelles, una escritora "joven" que vive en el edificio de la madre de Anne, (la casa donde pasamos el post anterior). Su primer libro, Je me souviens de tout, es una novela que nunca he llegado a leer y que Isabelle publicó con éxito arrollador e inesperado en 2003, la primera vez que yo estuve en Toulouse y en casa de Anne. Ese título, Me acuerdo de Todo, me parece excelente para una recopilación de Me acuerdos eventual. Desde 2003 ha publicado cuatro novelas y un ensayo autobiográfico (un récit, lo llaman aquí) llamado Fahrenheit 2010. El título hace referencia al último año que paso en la Librería, quemada y rodeada de libros. Sufriendo el síndrome de la librera quemada. Hoy trata de encontrar editor para su último trabajo. 

Esto de las nomenclaturas de los géneros es divertido. Cuando buscaba el libro de Olivier Adam, le pregunté a uno de los libreros guapos por Passer L`hiver , un libro de contes. El tipo se ríe. "¿Contes?" "-Sí, contes." No son contes, son nouvelles. Noo.  Pero nouvelles son novelas breves. Pasar el invierno es un recueil de neuf nouvelles, es decir, una compilación de nueve cuentos, no de nueve novelitas. Contes  son cuentos, leyendas, al estilo fairy tales. Nouvelle es relato. Vaya jaleo.
¿Y cómo llamarán a las novelas breves?

El librero guapo me encuentra el libro de Adam. Que ya dije que no fui capaz de leer, por nivel y por acidez. Se lo quedó Anne, que tampoco se lo tragó. Este libro no pasó el invierno. Se quedó  varado en las montañas de libros del estudio de Kevin y Anne. La casita azul de la portada espera a oscuras y sola a que pase a su vez el verano.

En la mesa de recomendaciones encuentro un libro que se llama Le Grand Cahier, de portada fea, finito y barato. Lo hojeo porque tengo ganas de leer a esta tipa, Agota Kristoff, no sé exactamente por qué. Me siento y empiezo la primera pagina. Y se produce el milagro. Lo entiendo todo. Hablan dos gemelos, que sólo  en la tercera parte de la trilogía de la que este gran cuaderno es primera parte sabremos que se llaman Klaus y Lucas. Porque lo puedo leer, lo compro. Aún no sé dónde me he metido. Vosotras tampoco.

En el próximo post seguiré con el cumpleaños de la madre de Anne. Como veis, este blog esta plagado de drogas y rock and roll.

Libros livres, 3

Debería escribir sobre cosas importantes, como las licencias o todo lo que he aprendido, las preguntas que tengo (y las que no tengo aún formuladas). Como las cosas que quedan por hacer y que ni siquiera están listadas. Aprendí el arte precioso del aplazamiento. Sólo 3 cosas al día. Métodos para frenar la compulsión.

Podría escribir las cosas más importantes este día. Bueh. Que sólo puedo escribir sobre libros. De la bio-bibliografía que amontoné y expandí en el autoexilio gascón y que me trae hasta aquí, hasta este piso diminuto de al lado de El Retiro que esta noche comparto con mis padres. En la casa nueva no hay luz ni internet.  Sólo puedo estar allí de día, ordenando cosas o leyendo. Lo cual es muy útil para desentrenar el cerebro de lo vertiginoso. Por las noches uso un camping gas de mentira que compré en uno de los chinos de la calle Feria durante el último apagón de este invierno. Me acuerdo de cómo todos los vecinos se arremolinaron en el callejón a escudriñar y comentar la labor del tipo de Endesa Sevillana encaramado a su escalera. Mientras, yo  me empeñaba en darme un baño a oscuras. Casi.

Por eso, porque esta casa es diminuta, escribo en bajito. Acaricio las teclas para no despertar a mi madre, que duerme casi al lado (acostumbrada a la casa de Came, 14 habitaciones, salón inmenso). El chisporroteo de la cafetera es lo más difícil de camuflar. En Came dejaba que el café subiera escandalosamente. La gata cruzaba el salón,  bufando.

Ya hace más de una semana que me fui de Came en dirección a Toulouse. La madre de Anne me dejó su casa. Su apartamento, lleno de miniaturas y reproducciones orientales, con una galería acristalada y tintada con pájaros japoneses y tres chimeneas ciegas, para mí sola. La tarima antigua crujía tanto al pisar que también -aunque estuviera sola- pisaba al despertar los listones como ahora piso las teclas, con cuidado teatral.  Siempre da miedo despertar a las madres, aunque no estén.

Cambié el olor y los sonidos del campo por el sonido y el olor de una calle pequeña y vacía, pero cerca del Gran Rond, del Monumento a los Muertos, del continuo ir y venir de coches. Y las luces. El fin de la oscuridad total. El fin de ver las estrellas con propiedades hipnóticas. Las miniaturas y las luces móviles de los coches que pasan por el techo de la habitación sustituyen al cielo de Came. Transitoriamente. Hasta que llegue el olor y la luz nocturna de Madrid.

Hay algo que une el apartamento de Toulouse y la casa de mis padres. Ambas están junto a un parque. Y las casas de definen más por los alrededores que por los interiores. Y los dos pisos tienen en medio del salón la bolsa que compré por 1,80€ en una tienda de productos africanos del Boulevard de Strasbourg. (¿Os he dicho que en Toulouse hay millones de árboles?) Y  de bulevares. Compré una de esas bolsas desplegables de cuadritos y tejido crujiente. Para facturar los libros. Al final la llené de ropa y metí los libros en la maleta.

Y aquí viene lo importante. El interior de todas las bolsas, como las casas que nunca podemos adivinar desde las ventanas iluminadas o a oscuras. El contenido de los libros. Una parte muy  importante de lo que he hecho en el campo. Manosear libros. Traerlos y llevarlos. De una casa a otra. De una habitación a otra. Cuando esta bolsa acabe en la nueva casa y los libros en estanterias (que espero montar esta semana) terminará oficialmente la mudanza.

Algunos libros del interior de la bolsa. Estos libros han estado esparcidos por los suelos, mesas, jardines interiores y alrededores de las diferentes casas en las que estuve en estos meses (Anne, padres, Daniela, Joana, Juanantonio, Alicia, madre de Anne). Ahora esperan su nuevo hogar. Y de momento, pues viven aquí: en esta crónicas.

Meto la mano y saco al azar (mentira), todo esto  está muy estudiado y pasado por la mano de la autocensura. Nunca os contaría que llevo un libro de autoayuda para mineros, por ejemplo.

Saco La peuvre, (La prueba), un libro pequeño, de portada más bien fea. Escrito por Agota Kristoff. No puede ser. Tenemos que rebobinar, como haría Curtis de Misfits. Todo lo que rodea a este libro es tan interesante como la historia del día que lo compramos. El paisaje de los sucesos es igual de importante que los libros, digo, que los propios sucesos.  Ahora, si me dieran a elegir, creo que cambiaría la visita y estancia en el interior de una casa habitada en cualquier ciudad del mundo por cualquier visita turística a esa misma ciudad. El interior de las casas vs. los parques que rodean a los libros.

Los paisajes vitales que rodean a los libros. ¿Son más importantes que los propios libros?
No lo sé.
Quiero ser vieja y decir: "No me interesa la literatura". Después de haber escrito muchas casas y muchos árboles y muchas bolsas y muchas estrellas de mentira, móviles, portátiles y manoseables. Es decir, libros.


Libros livres, 2

Entonces recurrí a las baldas del estudio de Anne. Me econtré con La vida por delante (o delante de uno), La vie devant soi. Es una buena historia, de lo más parisina. Y diábolica, formalmente (exagero). Pero algo pillo. Pillo más que leyendo a Olivier Adam. Vengo de Sevilla. Debe ser que estoy más entrenada para comprender el barroco que en desentrañar la dureza de la elipsis continua.

La voz del narrador y protagonista de La vie devant soi es la de Momo, un niño argelino que aparece de pronto en París, en circunstancias que luego contaré. 

Mientras trato de leer, en mi mundo contemporáneo, el de las cosas contables, sobrevuela una decisión laboral que no depende de mí y a la que espero comiéndome los nudillos. Una llamada. Un mail. Un sí. Un no. Y resulta que sólo leer este libro en alto me calma la ansiedad. Entre los caminos asfaltados que recorren los inifinitos campos de trigo amarillo voy leyendo como si fuera una loquita que se inventa el francés arrabalero.

Anne me confiesa que no cree que pueda leer ese libro lleno de argot parisino trasnochado y mil equívocos lingüísticos. Por ejemplo, el niño vive rodeado de putas, en un arrondisement de los más chungos, su madre lo ha abandonado al cuidado de una madame gorda y vieja, que lo cuida muy  bien. Él tiene como una fascinación por la señora. Un día le declara su amor y le dice que quiere ser su chulo. Obviamente no tiene ni idea de lo que está hablando.

Pero, ¿y no se contemplan las propiedades calmantes de la las palabras, por más que no entiendas nada, o precisamente por eso? Me llaman por fin del trabajo. Rejected. A otra cosa. Abandono el libro. Ya no lo necesito. 

En esos días de espera agónica también estuve investigando mucho sobre China (el trabajo en cuestión era allí) y descubrí un libro de Paul Theroux. Un libro de viajes. En trenes lentos. Atravesando China. Una sólo debería leer libros de viaje cuando sabe que  nunca irá a esos lugares. No al libro de viajes-guía turística. NO. Son  otros caminos. Caminos de hierro, caminos de asfalto,  cultivos intensivos de trigo, calles empedradas. Qué mas da. El caso es que hay que andar.

Antes de dejar el libro de Romain Gary, La vida delante de uno, averigüé cosas fascinantes sobre su persona. Que creo que merece la pena contar.

El tipo, este Romain, nació en Vilnus, Lituania, en 1914. (Eso es lo que yo llamaría puntería histórica para nacer, illo.) Vilnus me hace recordar a Alina Zarekaite, una de mis alumnas. Increíblemente lista, bella y talentosa. Alina llegó a España en el año 1999. Con 12 años. Su madre había llegado un año antes. Llegó a la Aldea del Rocío. Glups. Para el que no conozca aquel lugar diré que es lo más extraño que se puede pisar después de, digamos, ¿Marte? Es un pueblo cuyas calles son de arena de la marisma de Doñana. Calles de arena. Bien. No puedo decir más. Y la gente se mueve en carretas. Y levanta polvo en sus traslados. Y hay una  virgen enrejada de la que ya os sabéis la historia. 
Alina llega pues desde su barrrio soviético de Vilna, con el pelo casi blanco y la piel blanquísima, hasta la Aldea del Rocío. Silencio. Sol.
Su madre recoge la fresa junto a otro montón de mujeres que se abrasan y recorren las carretera que va desde Sevilla hasta Mazagón y que atraviesa el Coto. Vuelven a pie por el arcén hasta llegar a casa, por la tarde. 
Alina llega a la escuela de la Aldea del Rocío con doce años. Aprende castellano en seis meses. Saca las mejores notas de su clase. Seguramente se aburre. Despierta recelos. Empieza a escribir.

Ahora vive en Triana y tiene una perra y un novio y su madre se fue a vivir cerca de Lisboa. En la última clase me confesó que estaba muy agobiada porque no le gustan los niños y no sabe cómo escribir desde la voz de un niño y tenía que escribir un relato desde la voz de un niño. Alina es, probablemente, tan escritora como su compatriota Gary era cuando empezó a escribir La vie devant soi. La novela fue publicada con el pseudónimo de Émile Ajar en 1975.

Gary gastó varios pseudónimos  a lo largo de su vida. Pero con el juego Gary/Ajar llegaría muy requetelejos. Listen:

La vie devant soi ganó el Premio Goncourt 1976. Todos saludaron el nacimiento de un gran escritor, el desconocido Émile Ajar. Incluso el propio Romain Gary lo hizo, que ya por entonces era diplomático y estaba casado con, atención: Jean Seberg. La chica de los periódicos de Al final de la escapada.  Vale. Hay gente capaz de tener varias vidas en una. Quizá por eso  necesite más de un nombre.


4 años después de ganar el Premio Goncourt, Romain Gary/Emile Ajar se suididó en su apartamentto parisino. « Aucun rapport avec Jean Seberg » (Ninguna relación con Jean Seberg). Vale, tío. Jean Seberg se había suicidado el verano anterior.

En otro documento dejo dicho, además, quién era. Además de  Romain Gary.

Sólo entonces fue cuando se descubrió que Gary y Adjar eran la misma persona. Así, se supo tambien, que este tipo era el único en haber recibido el Premio Goncourt en dos ocasiones.
Se la había pegado a la crítica y a la academia francesa en pleno. 

La mirada de Gary me recuerda a la de Alina. Esto es una tontería. Lo importante son los libros. Devuelvo el libro de Adjar/Gary a la estantería. Me recuerdo que le tengo que decir a Ali que se lea este libro. Para lo de su relato con niño. Ella, obvio, habla y lee en francés. Sirva este post de comunicado cósmico para ella (habrá una segunda parte).

Alina es una promesa. Como el resto de los libros que  me esperan en las baldas de Anne. Seguimos con la cabeza inclinada hacia la izquierda y el dedo que recorre los lomos. A ver.


Alina Zarekaite en su casa. Foto de María Aya. Sí, la hija de Atín  Aya.

→continuará

Libros livres, 1

Maletas. Recapitulo. Una bio-bliografía de estos meses podría empezar con este mensaje:


02 de marzo a las 12:14
Lolita, gracias por Ahora, escribo,
Ayer lo empecé en un vuelo Madrid-Tolulouse y lo acabo de terminar.
En un momento dado, el sobrecargo le explicó a mi compañero de asiento que debia ponerse la chaqueta para el aterrizaje. Ante la extrañeza del tipo, el otro contestó que la razón era por que en caso "de que tuviéramos que salir corriendo" no podía haber nada por medio.
Creo que tu libro ha desbrozado un montón de cosas de en medio y que en un intento de "salir corriendo" de la escritura queda prendida hasta las patas en ella.
GRACIAS GRACIAS GRACIAS
Por tu libro y merodear esas zonas tan extrañas entre escribir y no escribir. Y por hablar de la necesidad/miedo a la creación, que puede llegar a plantearnos la vida como una huida constante.
Un saludo!
Silvia 
(Sí, soy de esas que escribe a sus autoras favoritas. Soy bastante pelota.)

Así empezó el viaje. El 1 de Marzo, sentada en un vuelo low cost dirección Toulouse leyendo a Lolita Bosch escribiendo que es incapaz de leer en los aviones.
El aeropuerto de Toulouse está en un pueblo-ciudad estilo Barajas que se llama Blagnac. Así que en realidad viajé desde Barajas a Blagnac. De cinturón industrial  a cinturón industrial.
Cuando volvemos al campo desde Toulouse, a veces, algún carril de la autopista está cortado en alguno de los dos sentidos. Piezas inmensas sobre trailers. Van a la fábrica del Airbus de Toulouse. En Sevilla también se fabrican componentes del Airbus. Los carriles cortados están señalizados con miles de lucecitas mientras tipos con chalecos reflectantes mueven las manos con aspavientos evocando inevitablemente una catástrofe núclear.

Al poco de llegar aquí pasó lo de Fukushima. Fu-ku-shi-má decían incesantemente los locutores de France Inter. Era de lo poco que podía entender y me entraba la risa.
Terminé a Lolita Bosch. Después fuimos, tuvimos que ir, como el que va a la farmacia, a la librería de Auch. Una librería pequeña y bien abastecida. Con una librera muy bajita e inhabitualmente pizpireta, para lo que se despacha por aquí. Voy directa a por Passer l`hiver de Olivier Adam. 5.90€, edición de bolsillo. El de Errata Naturae me costo hace dos años16.00€. La edición de Points es muy buena.

Leo. Trato de leer en francés. Constato que soy incapaz de leer a Adam. De pronto me resulta más cínico y hasta patético, con todos esos personajes emborrachándose solos en el salón y pasando la nochevieja en una tienda de gasolinera. Lo contextualizo en Francia y ya no me parece todo tan frío ni tan exótico. Aquí todo es más formal y disecado en las formas. Más violento en la base.

→continuará

Anne y yo antes de entrar al refugio anti libros de Came.

Olivier Adam después del verano que pasó en Las Landas tratando de hacer surf para desintoxicarse de sus propias historias.

Luz de mi vida, fuego de mis entrañas

El sábado tuve un momento Humbert(a) Humberta(a).

Llegamos por  unos caminos intrincadísimos a casa de un tipo barbudo de 77 años que va descalzo y recibe a sus invitados espasmódicamente. Una especie de Mr. Natural con sotabarba y unas cuantas proteínas de metanfetamina integradas en su hélice de ADN. El tipo  y su mujer han dispuesto en un prado unas mesas con flores. Muchísima comida exquisita que han ido (hemos ido) aportando los elegidos para pasar alli la noche de San Juan va llenando los manteles blancos.
Una parodia de sangría, vino espumoso, quiches interminables, ensaladas de mil  colores y unos gladiolos de color rojo recién cortados.

Está anocheciendo y hay un niño que se llama Thibaut. Es el extraño ejemplo de preadolescente sin cara de orto. Juega con los niños pequeños, los cuida. Al poco se me acerca y me habla en español. Lo está aprendiendo en el college (instituto). Me cuenta que vive en una "ville de campaigne". Una ciudad de campo. Una ciudad de pueblo. Un pueblo grande, imagino. De repente, me soprendo juzgando como fascinante cualquier pueblo grande si en él está Thibaut con su pequeña vida de partidos de basquet, cómics y peces de colores. Supongo.

Yo le llamo Theo hasta que me saca del error. -Me llamo Thibaut. Lo deletrea con cuidado como si de golpe fuéramos sordos. Pues vaya nombre chulo. Pasamos toda la noche juntos, sin separarnos. Él me pregunta mi edad, si tengo hijos. Yo le pregunto qué que le gusta hacer. Me habla del monopatín. Subimos por una colina hasta llegar a una casa  aparentemente cerrada. Damos la vuelta porque somos buenas personas. Y algo miedosos. Bajamos la  cuesta de vuelta al banquete de postres.

El fuego. Joan, el anfitrión, abre las puertas de la hoguera con un  rastrillo.

El que juzgue severamente a Humbert Humbert nunca se ha enamorado de alguien de 12 años.

Lolita, light of my life, fire of my loins. My sin, my soul. Lo-lee-ta: the tip of the tongue taking a trip of three steps down the palate to tap, at three, on the teeth. Lo. Lee. Ta.

Lolita, la novela de un ruso que escribía en inglés.

Todo el mundo que escribe debería abandonar alguna vez su propio idioma. Forzarse a abandonar los hábitos de la protectora lengua madre. Enamorarse de alguien de 12 años. Observar una hoguera. Saltarla. Volver a casa.  Sentir como las vidas se bifurcan irremediablemente. Como la lengua es capaz de situarse en el momento más inesperado en un nuevo lugar del paladar para repetir en silencio un nuevo nombre. Cada vez que sucede. Que alguien se fascina con otra persona.
Y los nuevos nombres respectivos son pronunciados y reseguidos en silencio en la oscuridad.

Le pregunté a  Thibaut si le gustaba el fuego.
-J'adore le feu.

J'adore le feu. 

A lo lejos, entre los caminos, sonaba
http://lasbuenasnoches.bandcamp.com/track/la-jungla